lunes, 30 de septiembre de 2013

Recordando

Tantas cosas, tantos objetos, tantas palabras, tantos detalles, simplemente tantos recuerdos.
Siempre me da a estas horas por ponerme a pensar en cosas que quizás no debería, pero es sencillamente imposible de evitar.
Tengo en mi poder 5 frasquitos de dulces, un caracol, una vela, un polerón, miles de fotos y notas, y una colección de libros, cosas de las que, por más que intenté, no pude deshacerme.
En un principio debo reconocer que pensé en botar, regalar y/o quemar todo, tampoco me daba tanto el corazón como para tener que vérmelas todos los días con tantos recuerdos que no me traían más que dolor, pero bueno, tiendo a ser un poco masoquista así que deseché la idea, y me decidí a guardar todo esto en una cajita sellada en el fondo de mi clóset.
Sinceramente no sé qué me dio hoy por sacar todo esto, pienso que tal vez fue un intento de confirmar si realmente ya está tan casi-superado como pensaba. Bueno señores míos, la respuesta es No.
Lo pensé de veras, ya no me afectan cosas que antes me habrían destruido, no me duele verla, no me duele sentirla, no me duele escucharla, no me duele recordar... Eso hasta hoy.
Supuse que la herida estaba sanando, mas hoy me di cuenta de que no es así, qué es todo esto entonces? bueno, supondremos que intenté, inconscientemente, de convencerme a mí misma de que así era, para evitar el dolor que en verdad ya me estaba superando.
Y ahora qué? Qué significa esto que siento rai nau al ver todas estas cosillas? Que todavía la amo? Que la "superación" no fue más que una ilusión de mi subconsciente para hacerme sentir mejor? Al parecer sí.
Me sorprende sinceramente no haberlo notado antes, con una pulsera que nunca me pude sacar, un llavero y un colgante de los que no me separo y un mísero pedacito de cartón que sigo guardando como si fuera tesoro en mi billetera... Y hasta ahora no me dí cuenta de lo estúpida que estaba siendo.
Supongo que ya está bueno, necesito dejar de engañarme a mí misma, aunque sea de manera inconsciente, y aceptar las cosas de una vez.
Estos recuerdos volverán a su lugar, el rincón más apartado de mi clóset, y no saldrán de ahí en mucho tiempo más.
A pesar de ser los más lindos recuerdos que he tenido de alguien, en toda mi life, no creo estar preparada para enfrentarlos cara a cara todavía, y me despido con el recuerdo más doloroso y destructivo que encontré entre todos estos recuerdos dolorosos y destructivos, una dedicatoria en la primera página de mi libro favorito:

"Yo te amo más. Te amo con cada átomo de mi cuerpo, con cada molécula. Te amo acá en la tierra y allá en tu cielo. Te amo más. Te amo porque sí. Te amo con la cabeza. Te amo porque juntas, somos historia. Te amo para siempre. Te amo en FUTURO.
Somos mucho más que dos..."







Pucha que escribe lindo la cabra, ná que decir. Se acabó el momento emo del día. Buenas noches, señores.

martes, 24 de septiembre de 2013

diecisietedoce

Existe entre las capacidades del ser humano algo más fuerte que el Instinto?
A qué me refiero con esto, todos tenemos una especie de sexto sentido que nos advierte, alarma o permite, dependiendo del caso, ante cualquier situación.
Yo me he considerado toda la vida una eterna enamorada de este sexto sentido, me ha salvado de muchas, como me ha atrapado en otras tantas, pero de una u otra manera, JAMÁS falla.
En fin, a veces las personas nos vemos cegadas por diversos motivos e ignoramos estas alarmas del siempre tan certero instinto, "impulsividad" le llaman algunos, "espontaneidad" otros, pero en cualquier caso es un craso error.
En lo personal siempre me dejé guiar por mi instinto, en cierta forma, felino; siempre he sido reservada y desconfiada, cautelosa, y la verdad siempre me ha traído buenos frutos, he ahí el motivo de mi gran apreciación por él.
A qué viene todo esto? simple: descarga.
A lo largo de mis ya 21 años sobre esta tierra, jamás me vi en la disyuntiva de seguir o no seguir el ya tan mencionado Instinto, nunca tuve muchas opciones, lo seguía y ya... Sólo una vez me vi en dicha situación, lo recuerdo tan bien que revivo las imágenes en mi mente y no puedo evitar pensar en azotar mi cabeza contra la pared:
La conocí un día de Noviembre, en circunstancias bastante extrañas y confusas, y desde el primer momento supe que se venía algo fuerte. Bastaron un par de frases, un par de palabras, y antes de que me diera cuenta ya me alegraba el día con un simple "hola". Pero yo estaba complicada, había tenido un año duro, de muchas emociones negativas, y no quería contagiar a nadie con mis malas vibras, mucho menos a alguien que no hacía más que alegrarme la vida.
Prácticamente no la conocía, pero me sentía rara y desganada con un día sin saber de ella, bastante raro para una persona como yo, lo tomé como una cosa del momento, como tantas otras.
No noté siquiera en qué momento pasó un mes casi, y me vi atrapada; Ella quería estar conmigo, Ella quería algo serio, y yo? yo no sabía nada... Entonces se fue, y me dejó con la obligación de tomar una decisión importante.
Y aquí es donde aparece el fiel amigo "Instinto", ese que me dijo una y otra vez "No, corre, huye, No te enamores" y lo repitió hasta cansarse, hasta darse cuenta de que había llegado a un punto en que ya no lo escucharía... Y no lo escuché, trató de advertirme, trató de alarmarme de lo indefensa que me encontraba en dicha situación, pero yo lo ignoré y seguí, y me la jugué y me enamoré hasta las patas señores míos. Y así, el cambio de roles fue drástico, pasé de verdugo a víctima, de insensible a sufrida, de ser quien daña a ser quien es dañada.







Y por eso cabros, confíen en su instinto, el sexto sentido jamás se equivoca, sépanlo jjj

lunes, 23 de septiembre de 2013

Profecía

Me lo dijeron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hace un mes...
Y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquiera, en mi caso,
se hubiera echado a llorar;
yo, cruzándome de brazos,
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro,
ni de enredarme a maldiciones,
ni de apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casado? ¡Buena suerte!
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi madre
que no te guardo rencor.
Porque sin ser tu marido
ni tu novio, ni tu amante,
yo soy quien más te ha querido:
con eso tengo bastante

Después la vida se impone:
tanto tienes, tanto vales...
Por eso yo, al enterarme
que estabas un mes casada,
no dije que iba a matarme
sino... ¡que me daba igual!
Mas, como es rico tu dueño,
te brindo esta profecía;
tú, cada noche, entre sueños,
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que tu boca me besó
y te llamarás ¡cobarde!
como te lo llamo yo.
Y verás, sueña, que sueña,
que me morí siendo chico
y se llevó una cigüeña
mi corazón en el pico...
Pensarás: No es cierto nada;
yo sé que lo estoy soñando.
Pero allá a la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marido
ni tu novio, ni tu amante,
sino... ¡el que más te ha querido!
¡Con eso tienes bastante! 
Hoy fue un día de mierda, necesito escribirlo, compartirlo aunque sea a nadie, pero aquí va:
Estoy hecha un caos tremendo, no sé ni siquiera hacia donde me estoy moviendo, nada. Hace unos días  cometí lo que se puede describir como uno de los "errores" más grandes ever (digo "error" así, entre comillas porque no es exactamente eso, solo no sé como describirlo), traicioné la confianza de una de las personas que más me comprendía, que más me acompañaba... Me dejé llevar por la tan anhelada sensación de sentirse querida, y caí al verme llena del afecto que tanto necesitaba, sin medir ninguna consecuencia, con la persona menos adecuada... No fui capaz de pensar, me cegué ante la necesidad de sentirme parte de algo, de alguien, y boté todos los principios y valores en los que tanto creía por la borda, en un segundo.
"No hagas a nadie lo que no te gustaría que te hicieran"...a la basura, destruí a alguien, alguien tan importante para mi, y con ella me destruí a mi misma, dicen que errar es de humanos pero a veces nos pasamos de la raya... Cometí la más alta de las traiciones hacia una persona a quien consideraba mi amiga, y a quien, naturalmente, perdí para siempre.
Qué me queda ahora? absolutamente nada, aun más sola, aun más vacía, aun más rechazada...
Mi cabeza, y mi vida entera, son un desastre, no tengo idea de nada, ni de qué quiero, ni de qué necesito, ni de qué pienso hacer con mi vida, NADA. Estoy confundida a más no poder, no sé qué hacer conmigo y eso sinceramente me está matando, lenta y dolorosamente.
Debo admitir que sólo una cosa tengo clara; de las cuatro personas (incluyéndome)metidas en este asunto, sólo me importa una, nada más que una, y es precisamente la persona a quien le fallé terriblemente, la persona que no quiere volver a saber nada de mi, la persona que me odia con todas sus fuerzas ahora mismo.
Y na ps, me siento la peor basura del universo, por una volá de carrete perdí a una amiga irreemplazable, a la única persona que vale la pena en todo este enredo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Rompecorazones

Ahí estábamos las dos, como esa primera vez, como ese primer sentimiento. Ella sentada en el computador, pretendiendo que hacía algo interesante, y yo tirada en su cama, pretendiendo que pensaba mirando el techo, bueno, la verdad si pensaba y si miraba el techo, pero pensaba en ella, y lo que trataba de pretender era que no lo hacía, supongo que estaba resultando.
Pero no sólo pensaba en ella, pensaba en la persona que yo amaba, mi chica, mi novia, mi todo. Sin ella yo no podía vivir, ella me había abierto el corazón a amar a alguien por vez primera.
¿Y que era todo esto que estaba en mi cabeza ahora? Todo eso que pasaba sin meditación previa. Sólo pasaban. Koral, se llamaba la chica que estaba en mi corazón, la chica en la que no podía parar de pensar, mi chica, la mujer de mi vida.
Colombina aquella que me hacía sudar involuntariamente,  la que aún sentada en esa silla de computador reclinable, me tenía encendida por completo.

Escuché como la silla rechinaba, traté de no dirigir la vista hacia ella pero fue imposible, estaba de pié y se dirigía hacia mi. Se sentó a mi lado.
-¿Qué pasa? ¿Qué piensas? – Su voz me pareció tan cercana, tan íntima, me estremecí por dentro.
-Nada, no lo se. – Realmente no lo sabía, solo había una nebulosa de pensamientos y sentimientos enredados en mi cabeza.
-Hazme un lado, me quiero acostar yo también. – Sin responderle me corrí hacia el rincón, y ella relajadamente y vacilando un poco, se recostó a mi lado, me volteé y quede acostada de lado, mirándola. Dos segundos después ella hizo lo mismo.

Pasamos fácilmente veinte minutos mirándonos fijamente a los ojos. Yo sentía su respiración sobre mi boca y mi nariz. Respiraba el mismo aire que ella respiraba.
-Lo siento. – Salió de mi boca casi sin haberlo pensado antes. Traté de mantenerme seria, ella hizo lo mismo.
-¿Por qué? – Curvó una ceja.
-Por todo lo que te hice, por todo el daño que te causé. No fue mi intención.
Sonrió, pestañeó una vez,  más lento de lo común. Se acercó unos centímetros a mi, instantáneamente cerré mis ojos.
Sentí la fría piel de sus labios tocando los míos, podía escuchar su corazón acelerándose, podía casi escuchar sus pensamientos. El beso se aceleró, abrió un poco su boca y yo hice lo mismo. Su mano pasó por sobre mi y m sujetó de la cintura, su otra mano agarró mi mano derecha. Su lengua pidió permiso para entrar, y en respuesta positiva abrí más mi boca, la introdujo con miedo, pero le hice entender que no tenía porque tener miedo.
Mi cabeza me ordenaba que me detuviera, que no podía estar haciendo esto, yo le había roto el corazón, yo la usé. Y ahora me estaba revolcando con ella en su cama, esto no tenía sentido, era moralmente incorrecto. Jamás pensé que esto iba a pasarme a mi.
Cuando reaccioné ya estaba sobre mi, besándome apasionadamente el cuello y con una de sus manos en mi ropa interior. Traté de detenerme.
-Colombina… - Susurré. – No puedo… - Me silenció con un beso.
-Si puedes. – Dijo con la respiración acelerada. – No importa nada, yo estoy aquí para ti, para que me rompas el corazón cuantas veces quieras. – Volvió a besarme, esta vez con ansias, con euforia, sentí como sus ágiles dedos desataban el botón de mi pantalón.