martes, 26 de noviembre de 2013

La muerte del caracol

Desde pequeña siempre estuve acostumbrada a ser una persona solitaria, independiente en todo ámbito. Ante cualquier problema siempre supe cómo arreglármelas bien yo sola, nunca necesité de nada ni de nadie, nunca me gustó siquiera recibir ningún tipo de ayuda.
Ni familia, ni amigos, nunca confié demasiado en nadie, nunca nadie me conoció tanto como para permitirles ser alguna clase de apoyo, ni siquiera los más cercanos. Y siempre estuve bien así, me gustaba esa independencia, esa sutil soledad.
A pesar de todo jamás me sentí sola, me tenía a mí misma, me apoyaba en mí misma, y siempre funcionó.
Eso hasta ahora. No tengo claro realmente cual es el problema ahora, pero en verdad me está colapsando. Tal vez sea la costumbre, pero por más que trato de desahogar lo que siento con quien sea, no puedo. Simplemente no sale, no puedo hablar, no puedo llorar, ni siquiera estando sola.
La presión es demasiada, es en verdad frustrante.
Siento un vacío extraño, es la primera ve en mi vida que Necesito una simple palabra de aliento, un simple abrazo, un simple "todo estará bien", y es desesperante saber que no hay absolutamente nadie que pueda entregármelo. Me siento tan sola, Estoy tan sola.
Seguramente es mi propia culpa, siembra y cosecha, llevo tanto tiempo alejando a la gente que sencillamente no tengo nadie en quien confiar, porque siempre tuve un caparazón protector en el que nadie podía entrar, porque nunca dejé que nadie me conociera lo suficiente como para saber que no soy la chica fuerte que aparento ser, porque siempre mostré la imagen de ser una persona ruda, independiente, porque siempre dejé que creyeran que sola estaba bien, que no necesitaba de nadie.
Siempre fui yo el apoyo, para quien fuera que lo necesitara, siempre fui yo la de las palabras precisas, la que sube el ánimo, la que hace reír, la dispuesta a reconfortar con un abrazo.
Y ahora? No soy una persona fuerte, nunca lo he sido, en el fondo siempre he sido una niña estúpida y sensible, siempre he necesitado un apoyo, una mínima demostración de afecto.
En el fondo siempre he necesitado de alguien que esté a mi lado cuando las cosas van mal, pero nunca ha habido nadie, porque yo misma nunca lo he permitido.
La soledad de hoy, esa que me tiene destruida, no es más que el fruto de lo que yo misma he sembrado. Porque yo misma decidí estar sola, y así seguirá siendo aunque ya no lo quiera.